mony Z
2013-06-14 12:12:30 UTC
Choque de trenes en Castelar
Viernes 14 de junio de 2013
También se estrelló el relato
Buenos Aires
Por Joaquín Morales Solá
LA NACION
-=-=-=-=-=-=-
La narración de una epopeya también chocó ayer en
Castelar. Fue la expresión cabal del pésimo manejo que el
Estado hace -y ha hecho- del sistema ferroviario. El sacrificio inhumano
de viajar es cotidiano para millones de argentinos, hacinados en trenes
de mala muerte.
Es el sufrimiento que no se nota, salvo para los que lo soportan llenos
de resignación. Hasta que un accidente, otro más, deja una
estela de muertos, heridos y mutilados. Entonces salen a flote la
dimensión del drama social y la ineptitud de los funcionarios.
Resulta casi obvio, a estas alturas, que el kirchnerismo dejó la
administración del transporte público bajo el control de
prácticas corruptas.
El accidente de Once ya habÃa expuesto que la corrupción no es
sólo un problema moralmente reprochable; es también la causa
de muertes tan inútiles como inocentes.
Castelar ratificó ayer esa comprobación. Durante ocho
años, el kirchnerismo entregó a sus empresarios amigos unos
25.000 millones de pesos en subsidios al transporte ferroviario. Es
mucho dinero para un transporte que se ha convertido en uno de los
peores y más inseguros de América latina.
La administración del transporte estuvo casi siete años en
manos de Ricardo Jaime, uno de los funcionarios con más causas
judiciales por hechos de corrupción. En esos años, pasó
de ser un hombre con escasos o nulos bienes personales a ser propietario
de empresas y de lujosas casas, aquà y en el extranjero.
Gerónimo Venegas suele recordar que cuando Jaime llegó de
Santa Cruz, en 2003, el dirigente de los trabajadores rurales debió
prestarle una habitación en un hotel del sindicato. No podÃa
pagar ni un alquiler. La Justicia comprobó luego varias propiedades
adquiridas en tiempos muy cortos y corroboró también que Jaime
habÃa recibido muchos favores de parte de los mismo empresarios que
el funcionario debÃa controlar. Semejante promiscuidad entre el
poder y el dinero es lo que terminó espoleando las tragedias de
Once y de Castelar.
Cristina Kirchner comenzó un notable descenso en las encuestas
luego de la devastación de Once. Castelar tiene una cifra mucho
menor de muertos, pero los heridos y mutilados son muchÃsimos. La
tragedia de ayer coincide dramáticamente con tiempos electorales.
Corren los últimos dÃas para inscribir candidatos. Dentro de
dos meses los argentinos votarán en elecciones primarias, abiertas
y obligatorias. ¿Tendrá tiempo la Presidenta para reponerse de
las seguras secuelas de impopularidad que tendrá su mala
administración del transporte público?
Ayer, cuando todavÃa no se sabÃa ni cuántos muertos
habÃa, el infaltable Luis D'ElÃa lanzó un tuit
inoportuno; deslizó que el accidente podÃa ser una
conspiración para voltear la candidatura bonaerense del ministro
del Interior y Transporte, Florencio Randazzo.
Mezcló en la conspiración a dirigentes ferroviarios y a Pino
Solanas, a éste sólo porque es el dirigente polÃtico que
con más tenacidad viene denunciando la corrupción en el manejo
del transporte ferroviario.
D'ElÃa fue incorrecto, aunque también fue sincero. Le
sacó el velo a la mayor preocupación del gobierno en estos
momentos. El choque de Castelar golpeó sobre el precandidato con
más porcentaje de intención de votos en la provincia de Buenos
Aires. Randazzo mide ahora, en las encuestas, mejor que la propia Alicia
Kirchner.
Randazzo no es lo peor que tiene el cristinismo. Su historia, más
que su presente, señala que le gustarÃa formar parte de un
gobierno más peronista, consensual y clásico que el que le
tocó. Sin embargo, es probable que ayer haya perdido cualquier
posibilidad de ser candidato en agosto y octubre. ¿Cómo
podrÃa explicar sus aspiraciones electorales luego de haber
prometido una "revolución" del transporte ferroviario que
terminó en otro desastre? ¿Cómo, cuando su propio
gobierno no rompió nunca del todo con los hermanos Cirigliano,
dueños durante décadas de la concesión ferroviaria, que
terminó en dos catástrofes en apenas 18 meses, y beneficiarios
del voluminoso sistema de subsidios?
El sistema de los Kirchner
La Presidenta deberá enfrentar también las consecuencias de un
gabinete dividido, formado en muchos casos por neófitos en las
cosas que deben administrar. Julio De Vido no digirió nunca haberse
quedado sin el transporte público.
De Vido suele decir que cuando tuvo esa área, Jaime reportaba
directamente a Néstor Kirchner. Después de Jaime, él
cometió el error de nombrar en la SecretarÃa de Transporte a
Juan Pablo Schiavi, que era la continuidad de Jaime con otro nombre.
Tras Schiavi, designó en esa secretarÃa a un intendente
santafecino, Alejandro Ramos, que es el inexperto que está ahora,
enfrentado duramente con Randazzo. Ramos sigue siendo leal a De Vido,
mientras Randazzo promueve una polÃtica propia de transporte.
Es el sistema que les gusta a los Kirchner. El segundo debe ser oponente
del primero para debilitar a ambos. Ese juego deposita todo el poder en
el jefe (o la jefa) del Ejecutivo, pero le resta eficacia a las
polÃticas de la administración pública. Deja a la
Presidenta expuesta, como lo está ahora de nuevo, a la
responsabilidad absoluta de problemas cuyas soluciones son más
técnicas que polÃticas, siempre que prevalezca la honestidad
sobre la corrupción.
Anoche, Cristina Kirchner describió la jornada como un dÃa de
"tristeza y alegrÃa" porque estaba entregando 23 viviendas. Su
intención polÃtica puede ser comprensible, pero la
alegrÃa es una emoción inexplicable cuando sucedió la
muerte.
También dijo que "el dolor forma parte de la vida". Nada es
más cierto que esa definición. Sin embargo, el dolor no tiene
justificación cuando es evitable. Sobre todo, cuando el dolor lo
produce la desidia, la ineptitud o la corrupción del Estado.
El relato, en efecto, se estrelló ayer en Castelar. La última
década fue la más generosa en más de medio siglo en
recursos capturados por el Estado. A los Kirchner les tocó un mundo
económico amable y propicio. Con todo, ¿qué elogio
podrÃa ensayarse si diez años después de tanta opulencia
los argentinos no pueden viajar ni cómodos ni seguros en el
transporte público? ¿Qué epopeya sucedió si diez
millones de ciudadanos siguen necesitando de alguna ayuda del Estado
para subsistir? ¿Qué hazaña polÃtica permite que la
inseguridad continúe matando a viejos y jóvenes?
¿Qué modelo virtuoso no pudo enfrentar la inflación que
agrede, sobre todo, al bolsillo de los más pobres?
Ãstas son las preguntas que refutan el vacÃo de un discurso
obstinado..
últimas notas de Choque de trenes en Castelar
http://www.lanacion.com.arBuenos Aires
Viernes 14 de junio de 2013
También se estrelló el relato
Buenos Aires
Por Joaquín Morales Solá
LA NACION
-=-=-=-=-=-=-
La narración de una epopeya también chocó ayer en
Castelar. Fue la expresión cabal del pésimo manejo que el
Estado hace -y ha hecho- del sistema ferroviario. El sacrificio inhumano
de viajar es cotidiano para millones de argentinos, hacinados en trenes
de mala muerte.
Es el sufrimiento que no se nota, salvo para los que lo soportan llenos
de resignación. Hasta que un accidente, otro más, deja una
estela de muertos, heridos y mutilados. Entonces salen a flote la
dimensión del drama social y la ineptitud de los funcionarios.
Resulta casi obvio, a estas alturas, que el kirchnerismo dejó la
administración del transporte público bajo el control de
prácticas corruptas.
El accidente de Once ya habÃa expuesto que la corrupción no es
sólo un problema moralmente reprochable; es también la causa
de muertes tan inútiles como inocentes.
Castelar ratificó ayer esa comprobación. Durante ocho
años, el kirchnerismo entregó a sus empresarios amigos unos
25.000 millones de pesos en subsidios al transporte ferroviario. Es
mucho dinero para un transporte que se ha convertido en uno de los
peores y más inseguros de América latina.
La administración del transporte estuvo casi siete años en
manos de Ricardo Jaime, uno de los funcionarios con más causas
judiciales por hechos de corrupción. En esos años, pasó
de ser un hombre con escasos o nulos bienes personales a ser propietario
de empresas y de lujosas casas, aquà y en el extranjero.
Gerónimo Venegas suele recordar que cuando Jaime llegó de
Santa Cruz, en 2003, el dirigente de los trabajadores rurales debió
prestarle una habitación en un hotel del sindicato. No podÃa
pagar ni un alquiler. La Justicia comprobó luego varias propiedades
adquiridas en tiempos muy cortos y corroboró también que Jaime
habÃa recibido muchos favores de parte de los mismo empresarios que
el funcionario debÃa controlar. Semejante promiscuidad entre el
poder y el dinero es lo que terminó espoleando las tragedias de
Once y de Castelar.
Cristina Kirchner comenzó un notable descenso en las encuestas
luego de la devastación de Once. Castelar tiene una cifra mucho
menor de muertos, pero los heridos y mutilados son muchÃsimos. La
tragedia de ayer coincide dramáticamente con tiempos electorales.
Corren los últimos dÃas para inscribir candidatos. Dentro de
dos meses los argentinos votarán en elecciones primarias, abiertas
y obligatorias. ¿Tendrá tiempo la Presidenta para reponerse de
las seguras secuelas de impopularidad que tendrá su mala
administración del transporte público?
Ayer, cuando todavÃa no se sabÃa ni cuántos muertos
habÃa, el infaltable Luis D'ElÃa lanzó un tuit
inoportuno; deslizó que el accidente podÃa ser una
conspiración para voltear la candidatura bonaerense del ministro
del Interior y Transporte, Florencio Randazzo.
Mezcló en la conspiración a dirigentes ferroviarios y a Pino
Solanas, a éste sólo porque es el dirigente polÃtico que
con más tenacidad viene denunciando la corrupción en el manejo
del transporte ferroviario.
D'ElÃa fue incorrecto, aunque también fue sincero. Le
sacó el velo a la mayor preocupación del gobierno en estos
momentos. El choque de Castelar golpeó sobre el precandidato con
más porcentaje de intención de votos en la provincia de Buenos
Aires. Randazzo mide ahora, en las encuestas, mejor que la propia Alicia
Kirchner.
Randazzo no es lo peor que tiene el cristinismo. Su historia, más
que su presente, señala que le gustarÃa formar parte de un
gobierno más peronista, consensual y clásico que el que le
tocó. Sin embargo, es probable que ayer haya perdido cualquier
posibilidad de ser candidato en agosto y octubre. ¿Cómo
podrÃa explicar sus aspiraciones electorales luego de haber
prometido una "revolución" del transporte ferroviario que
terminó en otro desastre? ¿Cómo, cuando su propio
gobierno no rompió nunca del todo con los hermanos Cirigliano,
dueños durante décadas de la concesión ferroviaria, que
terminó en dos catástrofes en apenas 18 meses, y beneficiarios
del voluminoso sistema de subsidios?
El sistema de los Kirchner
La Presidenta deberá enfrentar también las consecuencias de un
gabinete dividido, formado en muchos casos por neófitos en las
cosas que deben administrar. Julio De Vido no digirió nunca haberse
quedado sin el transporte público.
De Vido suele decir que cuando tuvo esa área, Jaime reportaba
directamente a Néstor Kirchner. Después de Jaime, él
cometió el error de nombrar en la SecretarÃa de Transporte a
Juan Pablo Schiavi, que era la continuidad de Jaime con otro nombre.
Tras Schiavi, designó en esa secretarÃa a un intendente
santafecino, Alejandro Ramos, que es el inexperto que está ahora,
enfrentado duramente con Randazzo. Ramos sigue siendo leal a De Vido,
mientras Randazzo promueve una polÃtica propia de transporte.
Es el sistema que les gusta a los Kirchner. El segundo debe ser oponente
del primero para debilitar a ambos. Ese juego deposita todo el poder en
el jefe (o la jefa) del Ejecutivo, pero le resta eficacia a las
polÃticas de la administración pública. Deja a la
Presidenta expuesta, como lo está ahora de nuevo, a la
responsabilidad absoluta de problemas cuyas soluciones son más
técnicas que polÃticas, siempre que prevalezca la honestidad
sobre la corrupción.
Anoche, Cristina Kirchner describió la jornada como un dÃa de
"tristeza y alegrÃa" porque estaba entregando 23 viviendas. Su
intención polÃtica puede ser comprensible, pero la
alegrÃa es una emoción inexplicable cuando sucedió la
muerte.
También dijo que "el dolor forma parte de la vida". Nada es
más cierto que esa definición. Sin embargo, el dolor no tiene
justificación cuando es evitable. Sobre todo, cuando el dolor lo
produce la desidia, la ineptitud o la corrupción del Estado.
El relato, en efecto, se estrelló ayer en Castelar. La última
década fue la más generosa en más de medio siglo en
recursos capturados por el Estado. A los Kirchner les tocó un mundo
económico amable y propicio. Con todo, ¿qué elogio
podrÃa ensayarse si diez años después de tanta opulencia
los argentinos no pueden viajar ni cómodos ni seguros en el
transporte público? ¿Qué epopeya sucedió si diez
millones de ciudadanos siguen necesitando de alguna ayuda del Estado
para subsistir? ¿Qué hazaña polÃtica permite que la
inseguridad continúe matando a viejos y jóvenes?
¿Qué modelo virtuoso no pudo enfrentar la inflación que
agrede, sobre todo, al bolsillo de los más pobres?
Ãstas son las preguntas que refutan el vacÃo de un discurso
obstinado..
últimas notas de Choque de trenes en Castelar
http://www.lanacion.com.arBuenos Aires