JG GJ
2013-06-10 15:25:59 UTC
09/06/2013
LA DERROTA DEL ALBA
Por Andrés Oppenheimer (*)
~~
Algo muy inusual ocurrió en la reunión anual de ministros de
relaciones exteriores de la Organización de Estados Americanos (OEA)
la semana pasada: Estados Unidos y México ganaron una victoria
diplomática sobre los gobiernos populistas autoritarios que querían
silenciar la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la
Relatoría de Libertad de Expresión de la OEA. Es un acontecimiento
raro, porque Venezuela, Ecuador, Bolivia y otros miembros de su alianza
bolivariana ALBA a menudo respaldados por países más grandes
como Brasil y Argentina han estado ganando terreno en los últimos
años en su ofensiva para debilitar estas dos instituciones
semi-independientes de defensa de los derechos humanos, que son de lejos
lo mejor que tiene la OEA. Pero en la reunión anual de la OEA
celebrada el 5 y 6 de junio en Guatemala, una moción de Ecuador
apoyada por el ALBA y destinada a paralizar la Comisión Interamericana
fue rotundamente derrotada en la votación secreta.
La fallida ofensiva de Ecuador pretendía paralizar la Comisión
eligiendo tres nuevos miembros cercanos al ALBA, entre ellos un
funcionario de Ecuador. Se esperaba que la moción del ALBA triunfara,
en parte gracias a los votos de muchos países caribeños que reciben
generosos subsidios petroleros de Venezuela. Pero en cambio, el voto
secreto resultó en una aplastante derrota del ALBA, y en especial del
presidente ecuatoriano Rafael Correa, que se había embarcado en una
cruzada personal contra la Comisión. El jurista mexicano José
Orozco, que preside la Comisión y tiene buenos antecedentes en defensa
de los derechos humanos, fue fácilmente reelecto con 22 de los 34
votos de la OEA. El candidato de Estados Unidos, James Cavallaro,
profesor de leyes de las universidades de Harvard y Stanford, que ha
estado asesorando a la Comisión durante dos décadas, fue elegido con
una sorprendente mayoría de 20 votos. El candidato ecuatoriano Erick
Roberts Garces, que había criticado abiertamente la labor de la
Comisión, no fue elegido. En cambio, los países optaron por un
candidato de Brasil, que fue elegido con una mayoría relativamente
pequeña de 18 votos. "Esto fue una gran victoria para la Comisión
como institución, así como para la protección de los derechos
humanos en las Américas", me dijo en una entrevista telefónica desde
la reunión José Miguel Vivanco, del grupo independiente Human Rights
Watch. "También fue una derrota importante para los países del
ALBA, que pretendían que se eligiera a un miembro de su bloque para
socavar el sistema desde adentro", añadió.
Vivanco agregó que "fue muy significativo que los candidatos de
México y Estados Unidos, que tienen excelentes antecedentes en la
defensa de los derechos humanos, fueran elegidos con más votos que
cualquier otro candidato".
Los funcionarios de Estados Unidos mantuvieron un bajo perfil y evitaron
cantar victoria, en línea con la política del gobierno del
presidente Obama de evitar a toda costa darle munición
propagandística a los líderes populistas que buscan la
confrontación permanente con Washington como excusa para perpetuarse
en el poder.
La embajadora de Estados Unidos ante la OEA, Carmen Lomellín, me dijo
después de la votación que "fue un resultado muy positivo, porque
los estados miembros todavía defienden la autonomía y la
independencia de la Comisión". Al igual que otros funcionarios
estadounidenses, Lomellín atribuyó la victoria de los candidatos de
México y Estados Unidos a sus respectivas calificaciones
profesionales.
Mi opinión: Es demasiado pronto para saber si esto es un punto de
inflexión en la diplomacia latinoamericana, y un síntoma del lento
ocaso del ALBA después de una década de constante erosión de la
democracia, los derechos humanos y la libertad de prensa en la región.
Hay datos que podrían indicar lo contrario, como que los gobiernos
latinoamericanos pocas semanas antes habían hecho la payasada de
elegir al último dictador militar de la región el general Raúl
Castro, de Cuba como presidente de la Comunidad de los Estados
Latinoamericanos y del Caribe (CELAC).
Y muchos países se siguen haciendo los distraídos ante el hecho de
que Venezuela se ha negado a realizar un recuento de los votos de las
cuestionadas elecciones del 14 de abril. Pero la derrota de la ofensiva
del ALBA contra la Comisión es una excelente noticia, porque ésta es
una institución profesional, que trata de denunciar las violaciones de
derechos humanos sin sesgos ideológicos. De hecho, ha criticado tanto
los abusos cometidos por Estados Unidos en su base de Guantánamo, o
contra los inmigrantes indocumentados, como los abusos cometidos por
Venezuela, Ecuador o Bolivia.
Sería bueno que, en vez de defender los derechos humanos
tímidamente, mediante votos secretos, los países lo hicieran
abiertamente y con orgullo. En los últimos años han habido
demasiados retrocesos en este terreno tanto en Latinoamérica como
en Estados Unidos como para permitir que las libertades
fundamentales se debiliten aún más.
~~~~~~
(*) Andrés Oppenheimer es columnista de The Miami Herald y de El Nuevo
Herald. Fue miembro del equipo ganador del Premio Pulitzer, ganador del
Premio Ortega y Gasset , ganador del Premio Rey de España, y ganador
del Emmy. Es autor de varios libros. Artículo publicado en el Nuevo
Herald.
LA DERROTA DEL ALBA
Por Andrés Oppenheimer (*)
~~
Algo muy inusual ocurrió en la reunión anual de ministros de
relaciones exteriores de la Organización de Estados Americanos (OEA)
la semana pasada: Estados Unidos y México ganaron una victoria
diplomática sobre los gobiernos populistas autoritarios que querían
silenciar la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la
Relatoría de Libertad de Expresión de la OEA. Es un acontecimiento
raro, porque Venezuela, Ecuador, Bolivia y otros miembros de su alianza
bolivariana ALBA a menudo respaldados por países más grandes
como Brasil y Argentina han estado ganando terreno en los últimos
años en su ofensiva para debilitar estas dos instituciones
semi-independientes de defensa de los derechos humanos, que son de lejos
lo mejor que tiene la OEA. Pero en la reunión anual de la OEA
celebrada el 5 y 6 de junio en Guatemala, una moción de Ecuador
apoyada por el ALBA y destinada a paralizar la Comisión Interamericana
fue rotundamente derrotada en la votación secreta.
La fallida ofensiva de Ecuador pretendía paralizar la Comisión
eligiendo tres nuevos miembros cercanos al ALBA, entre ellos un
funcionario de Ecuador. Se esperaba que la moción del ALBA triunfara,
en parte gracias a los votos de muchos países caribeños que reciben
generosos subsidios petroleros de Venezuela. Pero en cambio, el voto
secreto resultó en una aplastante derrota del ALBA, y en especial del
presidente ecuatoriano Rafael Correa, que se había embarcado en una
cruzada personal contra la Comisión. El jurista mexicano José
Orozco, que preside la Comisión y tiene buenos antecedentes en defensa
de los derechos humanos, fue fácilmente reelecto con 22 de los 34
votos de la OEA. El candidato de Estados Unidos, James Cavallaro,
profesor de leyes de las universidades de Harvard y Stanford, que ha
estado asesorando a la Comisión durante dos décadas, fue elegido con
una sorprendente mayoría de 20 votos. El candidato ecuatoriano Erick
Roberts Garces, que había criticado abiertamente la labor de la
Comisión, no fue elegido. En cambio, los países optaron por un
candidato de Brasil, que fue elegido con una mayoría relativamente
pequeña de 18 votos. "Esto fue una gran victoria para la Comisión
como institución, así como para la protección de los derechos
humanos en las Américas", me dijo en una entrevista telefónica desde
la reunión José Miguel Vivanco, del grupo independiente Human Rights
Watch. "También fue una derrota importante para los países del
ALBA, que pretendían que se eligiera a un miembro de su bloque para
socavar el sistema desde adentro", añadió.
Vivanco agregó que "fue muy significativo que los candidatos de
México y Estados Unidos, que tienen excelentes antecedentes en la
defensa de los derechos humanos, fueran elegidos con más votos que
cualquier otro candidato".
Los funcionarios de Estados Unidos mantuvieron un bajo perfil y evitaron
cantar victoria, en línea con la política del gobierno del
presidente Obama de evitar a toda costa darle munición
propagandística a los líderes populistas que buscan la
confrontación permanente con Washington como excusa para perpetuarse
en el poder.
La embajadora de Estados Unidos ante la OEA, Carmen Lomellín, me dijo
después de la votación que "fue un resultado muy positivo, porque
los estados miembros todavía defienden la autonomía y la
independencia de la Comisión". Al igual que otros funcionarios
estadounidenses, Lomellín atribuyó la victoria de los candidatos de
México y Estados Unidos a sus respectivas calificaciones
profesionales.
Mi opinión: Es demasiado pronto para saber si esto es un punto de
inflexión en la diplomacia latinoamericana, y un síntoma del lento
ocaso del ALBA después de una década de constante erosión de la
democracia, los derechos humanos y la libertad de prensa en la región.
Hay datos que podrían indicar lo contrario, como que los gobiernos
latinoamericanos pocas semanas antes habían hecho la payasada de
elegir al último dictador militar de la región el general Raúl
Castro, de Cuba como presidente de la Comunidad de los Estados
Latinoamericanos y del Caribe (CELAC).
Y muchos países se siguen haciendo los distraídos ante el hecho de
que Venezuela se ha negado a realizar un recuento de los votos de las
cuestionadas elecciones del 14 de abril. Pero la derrota de la ofensiva
del ALBA contra la Comisión es una excelente noticia, porque ésta es
una institución profesional, que trata de denunciar las violaciones de
derechos humanos sin sesgos ideológicos. De hecho, ha criticado tanto
los abusos cometidos por Estados Unidos en su base de Guantánamo, o
contra los inmigrantes indocumentados, como los abusos cometidos por
Venezuela, Ecuador o Bolivia.
Sería bueno que, en vez de defender los derechos humanos
tímidamente, mediante votos secretos, los países lo hicieran
abiertamente y con orgullo. En los últimos años han habido
demasiados retrocesos en este terreno tanto en Latinoamérica como
en Estados Unidos como para permitir que las libertades
fundamentales se debiliten aún más.
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(*) Andrés Oppenheimer es columnista de The Miami Herald y de El Nuevo
Herald. Fue miembro del equipo ganador del Premio Pulitzer, ganador del
Premio Ortega y Gasset , ganador del Premio Rey de España, y ganador
del Emmy. Es autor de varios libros. Artículo publicado en el Nuevo
Herald.