Robert m
2013-06-15 17:54:22 UTC
ALENTAR A LOS PALADINES DE LA REPÚBLICA
Por Alberto Medina Méndez (*)
_
Los hechos se están desarrollando de un modo tremendo, deteriorando
todo a su paso. Ciertos países en manos del populismo, se degradan
moralmente limitando las libertades individuales y atentando a diario
contra la república.
Frente a ello, la sociedad civil, suele caer en cierta cuota de
desorientación y pretenden resolver la encrucijada de un modo lineal,
creyendo que la mayoría tiene la misma percepción y suponen que en
un próximo turno electoral podrán revertir los errores, corrigiendo
el rumbo.
Muchas veces las sociedades son engañadas por algún tiempo. Es que
bajo ciertas circunstancias generales, se puede perder la perspectiva,
y llevar a pensar que alguna disponibilidad económica de corto
plazo es más importante que los valores, los principios, la dignidad y
la república.
Los usurpadores del poder, saben de esta habitual confusión y apuestan
a profundizar esta visión, recurriendo a comparaciones económicas
que muestran mejoras respecto de otros trágicos períodos del pasado.
Ellos quieren que la sociedad razone minimizando las cosas que están
mal, porque el oasis del presente les exhibe progresos respecto del
desastre anterior. La idea es que frente al ";evidente"; éxito actual,
no vale la pena detenerse ante cuestiones irrelevantes como la
república o la libertad.
Pero mientras tanto, otras personas, lamentablemente los menos,
advierten lo que realmente sucede. Perciben el engaño, la
manipulación del relato, la adulteración de la realidad que busca
ocultar lo inadmisible y destacar lo irrelevante para confundir mas al
electorado.
La historia dice, que tarde o temprano, las sociedades se despiertan de
su letargo. Pero esa demora no es gratis y no impide que los daños se
hayan producido, y que luego la reconstrucción, sea mucho más lenta
y costosa.
Es importante no olvidar que siempre se pueden tomar decisiones
equivocadas, lo que no resulta posible es escapar de las inevitables
consecuencias de las mismas. El arrepentimiento, no borra lo ocurrido,
en todo caso, brinda una enorme oportunidad para volver a empezar. En
ese contexto, algunos pocos protagonistas del presente, no solo
advierten lo que ocurre, sino que han tomado la decisión individual de
no permanecer como simples espectadores del momento, y tomar su lugar,
ocupar un rol, para cambiar, cuanto antes, el curso de los
acontecimientos.
Se trata de un número reducido y sería bueno que sean muchos más.
Vienen desde diferentes ámbitos, jueces, fiscales, legisladores,
empresarios, artistas, gente de trabajo, simples ciudadanos, cada uno
desde su lugar hace su contribución para dejar testimonio y mostrar el
camino.
Ellos resisten desde sus espacios, arriesgando mucho más de lo que
pueda suponerse. No se trata de posturas simuladas, sino de aquello que
nace desde lo más profundo de sus entrañas, intentando hacer lo
correcto, lo que corresponde, asumiendo los riesgos que se deriva de esa
valiente decisión.
La conducta de estos héroes ciudadanos, contrasta frente al
excesivamente frecuente proceder de los que claudican a diario, esos que
se arrodillan ante el poder, inclusive cuando ni siquiera se lo
solicitan.
En el marco de esta avalancha de servilismo y humillación cívica,
detectar la existencia de individuos que ponen lo que hay que poner,
animándose a resistir el embate del régimen, resulta estimulante de
cara al futuro. Hay que tomar nota de esos gestos y no solo
identificarlos como positivos. Se trata de actitudes osadas, de mucho
coraje que deben ser resaltados.
No lo hacen por quedar bien o por no disponer de alternativas, sino
porque sienten que lo deben hacer. Se trata de un llamado interior, que
solo lo pueden comprender quienes gozan de una profunda vocación
ciudadana, republicana y aman la libertad que los identifica como valor
superior.
Sería más cómodo ceder, someterse y hacerse los distraídos, como
si nada ocurriera, para sumarse a la horda de alcahuetes que adulan al
poder.
Algunos quisquillosos e hipersensibles, les señalarán sus
múltiples defectos, historias equivocadas y errores anteriores. Eso es
parte de la descripción de esos seres humanos, que son solo eso,
individuos imperfectos. Es importante entender que no se trata de
juzgarlos por su sus desaciertos del pasado, sino en todo caso, por el
rol que ha elegido en el presente.
Es tiempo de reaccionar como sociedad y darse cuenta que no alcanza con
aplaudir en privado. Estos defensores de la república esperan mucho
más que cobardes actitudes de esas que suelen justificarse afirmando
que harían lo mismo si no fuera por ciertas razones personales que se
lo impiden.
Estos adalides de la libertad arriesgan mucho, en los más de los
casos, no solo su trabajo, ingresos económicos y el sustento para su
familia, sino que apuestan su honor y se exponen a las predecibles
venganzas del sistema.
Cada uno de esos personajes que se están jugando y mucho, merecen no
solo respeto silencioso y reconocimiento a escondidas, sino que su
esfuerzo sea recompensado con la presencia de más de ellos, desde
cualquier ámbito, porque inducen a hacer lo correcto y a replicar a
diario sus gestos.
Esta es la mejor ocasión de estimular a los que hacen lo apropiado.
Buena alternativa seria empezar a imitarlos, asumiendo la inspiración
que significan, porque de esa manera se los honra en serio. Tal vez sea
esa la forma más efectiva y responsable de alentar a los paladines de
la república.
(*)artículo de Alberto Medina Méndez por gentileza de su autor.-
Por Alberto Medina Méndez (*)
_
Los hechos se están desarrollando de un modo tremendo, deteriorando
todo a su paso. Ciertos países en manos del populismo, se degradan
moralmente limitando las libertades individuales y atentando a diario
contra la república.
Frente a ello, la sociedad civil, suele caer en cierta cuota de
desorientación y pretenden resolver la encrucijada de un modo lineal,
creyendo que la mayoría tiene la misma percepción y suponen que en
un próximo turno electoral podrán revertir los errores, corrigiendo
el rumbo.
Muchas veces las sociedades son engañadas por algún tiempo. Es que
bajo ciertas circunstancias generales, se puede perder la perspectiva,
y llevar a pensar que alguna disponibilidad económica de corto
plazo es más importante que los valores, los principios, la dignidad y
la república.
Los usurpadores del poder, saben de esta habitual confusión y apuestan
a profundizar esta visión, recurriendo a comparaciones económicas
que muestran mejoras respecto de otros trágicos períodos del pasado.
Ellos quieren que la sociedad razone minimizando las cosas que están
mal, porque el oasis del presente les exhibe progresos respecto del
desastre anterior. La idea es que frente al ";evidente"; éxito actual,
no vale la pena detenerse ante cuestiones irrelevantes como la
república o la libertad.
Pero mientras tanto, otras personas, lamentablemente los menos,
advierten lo que realmente sucede. Perciben el engaño, la
manipulación del relato, la adulteración de la realidad que busca
ocultar lo inadmisible y destacar lo irrelevante para confundir mas al
electorado.
La historia dice, que tarde o temprano, las sociedades se despiertan de
su letargo. Pero esa demora no es gratis y no impide que los daños se
hayan producido, y que luego la reconstrucción, sea mucho más lenta
y costosa.
Es importante no olvidar que siempre se pueden tomar decisiones
equivocadas, lo que no resulta posible es escapar de las inevitables
consecuencias de las mismas. El arrepentimiento, no borra lo ocurrido,
en todo caso, brinda una enorme oportunidad para volver a empezar. En
ese contexto, algunos pocos protagonistas del presente, no solo
advierten lo que ocurre, sino que han tomado la decisión individual de
no permanecer como simples espectadores del momento, y tomar su lugar,
ocupar un rol, para cambiar, cuanto antes, el curso de los
acontecimientos.
Se trata de un número reducido y sería bueno que sean muchos más.
Vienen desde diferentes ámbitos, jueces, fiscales, legisladores,
empresarios, artistas, gente de trabajo, simples ciudadanos, cada uno
desde su lugar hace su contribución para dejar testimonio y mostrar el
camino.
Ellos resisten desde sus espacios, arriesgando mucho más de lo que
pueda suponerse. No se trata de posturas simuladas, sino de aquello que
nace desde lo más profundo de sus entrañas, intentando hacer lo
correcto, lo que corresponde, asumiendo los riesgos que se deriva de esa
valiente decisión.
La conducta de estos héroes ciudadanos, contrasta frente al
excesivamente frecuente proceder de los que claudican a diario, esos que
se arrodillan ante el poder, inclusive cuando ni siquiera se lo
solicitan.
En el marco de esta avalancha de servilismo y humillación cívica,
detectar la existencia de individuos que ponen lo que hay que poner,
animándose a resistir el embate del régimen, resulta estimulante de
cara al futuro. Hay que tomar nota de esos gestos y no solo
identificarlos como positivos. Se trata de actitudes osadas, de mucho
coraje que deben ser resaltados.
No lo hacen por quedar bien o por no disponer de alternativas, sino
porque sienten que lo deben hacer. Se trata de un llamado interior, que
solo lo pueden comprender quienes gozan de una profunda vocación
ciudadana, republicana y aman la libertad que los identifica como valor
superior.
Sería más cómodo ceder, someterse y hacerse los distraídos, como
si nada ocurriera, para sumarse a la horda de alcahuetes que adulan al
poder.
Algunos quisquillosos e hipersensibles, les señalarán sus
múltiples defectos, historias equivocadas y errores anteriores. Eso es
parte de la descripción de esos seres humanos, que son solo eso,
individuos imperfectos. Es importante entender que no se trata de
juzgarlos por su sus desaciertos del pasado, sino en todo caso, por el
rol que ha elegido en el presente.
Es tiempo de reaccionar como sociedad y darse cuenta que no alcanza con
aplaudir en privado. Estos defensores de la república esperan mucho
más que cobardes actitudes de esas que suelen justificarse afirmando
que harían lo mismo si no fuera por ciertas razones personales que se
lo impiden.
Estos adalides de la libertad arriesgan mucho, en los más de los
casos, no solo su trabajo, ingresos económicos y el sustento para su
familia, sino que apuestan su honor y se exponen a las predecibles
venganzas del sistema.
Cada uno de esos personajes que se están jugando y mucho, merecen no
solo respeto silencioso y reconocimiento a escondidas, sino que su
esfuerzo sea recompensado con la presencia de más de ellos, desde
cualquier ámbito, porque inducen a hacer lo correcto y a replicar a
diario sus gestos.
Esta es la mejor ocasión de estimular a los que hacen lo apropiado.
Buena alternativa seria empezar a imitarlos, asumiendo la inspiración
que significan, porque de esa manera se los honra en serio. Tal vez sea
esa la forma más efectiva y responsable de alentar a los paladines de
la república.
(*)artículo de Alberto Medina Méndez por gentileza de su autor.-